.. LA ROSE DE SAN PABLO
La noche estaba fría. Era normal … aquél diciembre estaba particularmente caliente … pero por las noches la temperatura caía mucho.
Fran circulaba con su Citröen. De espacio, ventanilla bajada … sintiendo el aire en la cara.
Subió por la estatua del Cid y al pasar por la puerta de la Diputación observó que a unos 200 metros, el semáforo cambiaba a rojo.
En el mismo carril un coche estaba parado junto a ese semáforo … se dio cuenta que el coche ya estaba parado mientras la señal todavía estaba verde … le dio alguna distancia …
De repente, tres motos, todas con conductor y acompañante rodearon ese coche …
Los acompañantes saltaron y acercándose rápidamente intentaron abrir las puertas … estaban cerradas por dentro …
Fran dio las luces largas, aceleró y presionó el claxon.
Ellos le miraron sorprendidos
Otros coches aparecieron en sentido contrario.
Sin dudarlo los individuos se subieron a las motos y desaparecieron por el Puente de los Bomberos.
Fran avanzó un poco y paró al lado del coche.
El conductor era una mujer … miraba de una manera fija y rara hacia adelante …
Le hizo señales con las manos … pero ella no se movió … el coche siguió parado ...
Fran, paró un poco adelante, salió y se acercó.
— Hola! Estás bien?!
La chica movió ligeramente la cabeza y le miró … solo le miró …
Fran intentó abrir la puerta … pero seguía cerrada.
— Te pasa algo?!
Entonces ella, en un movimiento inesperado abrió, al mismo tiempo que se caía para adelante … había perdido el conocimiento …
Rápidamente Fran tomó una decisión … había que sacarla de allí.
Le quitó el cinturón, la cogió en brazos y la llevó a su coche. Con mucho cuidado la colocó en el asiento de atrás y cerró la puerta. Después volvió al vehículo y lo aparcó al lado.
Antes de arrancar se volvió hacia atrás y la miró … debería llevarla al hospital ?!! … ahora mismo respiraba tranquilamente … parecía solo estar dormida …
Decidió llevarla para su casa.
Fran vivía solo desde su última separación. Tenía una habitación de invitados.
La llevó ahí, directamente, le quitó la ropa exterior, la acostó y la cubrió con el edredón.
Se sentó en el pequeño sofá que había al lado y se quedó horas mirándola.
Sobre las cinco de la mañana la respiración de ella cambió.
Él se arrodilló junto a la cama.
Ella abrió los ojos y se asustó.
— Tranquila … tranquila … estás segura …
— Donde estoy?!
— Estás en mi casa. Descansa. Has perdido el conocimiento … yo te vigilo … tranquila … soy enfermero … Quieres un té?
Ella le miró con insistencia … terminó con un movimiento afirmativo con la cabeza.
En cerca de dos minutos, utilizando el micro ondas, le preparó un te de manzanilla.
Cuando volvió a la habitación de invitados la chica estaba sentada en la cama. La había dejado solo con sujetador y bragas … tendría frio.
Abrió la puerta de un ropero que estaba en una de las paredes y escogió una de sus camisetas.
— Toma. Ponte esto … te sentirás más cómoda.
La chica le agradeció con la mirada y empezó a disfrutar del té.
— Yo soy Fran, Fran Rodríguez. Y tu ?… …
Ella lo miró intrigada … … estuvo algunos momentos así … después le salieron sus primeras palabras …
— No lo sé … … …
— No lo sabes?! … Y eso ?!!!
— No me acuerdo. — su mirada era sincera.
— Te acuerdas de estar parada en tu coche?
Ella lo pensó un par de segundos …
— No! — su voz revelaba alguna angustia.
— Tranquila. No lo pienses más. Relájate y duerme un poco. Hablamos mañana.
Seguía mirándolo.
— Yo me voy a mi habitación. Ah! El baño está al final del pasillo.
Antes de cerrar la puerta ella le llamó.
— Fran?
— Si …
— Gracias …
— Sin problemas … descansa … chica misteriosa …
La noche se arrastró … Fran tuvo dificultad en dormirse …
Más tarde escuchó como ella se levantaba, usaba el baño y volvía a la cama.
Con los primeros rayos de sol Fran se levantó. Abrió un poco la puerta de la chica … dormía profundamente … se fue a la cocina … prepararía unas tostadas.
Capricho … con su tomate … el jamón … el café con leche … pensaba en llevarselo todo a la cama.
— Que bien huele !!!
— Hola, buenos días. Te iba a llevar el desayuno a la cama …
— Muchas gracias … pero ya estoy despierta.
Por primera vez la miró a la luz del día … era una chica muy interesante …
Ella se acercó y le ayudó a preparar la mesa.
— Ya te acuerdas de como te llamas?
Su semblante se tornó triste …
— No. Lo siento …
— Pues yo te voy a llamar … — la miró a los ojos … Rosa … o mejor … Rose … serás Rose.
— Me gusta. — finalmente sonrió — Me has dicho que eres enfermero?
— Si, en el Virgen de Macarena.
— Y hoy no trabajas?
— Salí ayer de turno, cuando te encontré … hoy y mañana libro.
El desayuno descorrió casi en silencio … Fran pensaba que debería hacer … tal vez lo mejor sería darle tiempo … la memoria volvería en cualquier momento …
Decidió que la llevaría a comer. Conocía un restaurante muy bueno, por detrás del Sanchez-Pizjuan.
La mañana pasó tranquila … Rose era una compañía muy agradable … se le vía una chica educada … fina …
— Sé que no te acuerdas de tu nombre … pero … hay algo, por insignificante que parezca, de que hagas memoria?
Ella pensó un poco … de pronto su mirada se iluminó …
— Creo que tengo un hermano.
— Algo es algo … y te acuerdas de como se llama?
— Juammy … no estoy segura …
— Nada más?!
— Lo siento …
— Tranquila … iremos poquito a poco …
Después de comer dio una vuelta por Sevilla … sin parar el coche … pero se dio cuenta de su aire cansado.
— Volvemos a casa?
— Mejor … si …
Regresaron a San Pablo, un barrio antiguo y muy tranquilo.
Al llegar encendió la tele.
Ella se sentó en el sofá grande del salón … no miraba la pantalla … su mirada estaba ausente … perdida …
Él se sentó a su lado.
— Tranquila … todo volverá a su sitio …
Ella no contestó … se acercó a él y reposó la cabeza en su pecho …
Fran sintió como un hormiguero crecía dentro de si … Rose le gustaba … parecía dulce … cándida …
Al llegar la noche ella le dice que no tenía hambre … la llevó hasta la cama …
— Que descanses, Rose.
— Gracias … por todo …
— De nada. Gracias a ti … fue un día muy agradable.
— Quieres quedarte?! … … — lo cogió de sorpresa … se quedó momentáneamente sin palabras … pero recuperó …
— Si … claro … pero no lo voy hacer … al menos, no de momento …
— Me gusta tu compañía …
— Y a mi la tuya … pero iremos con calma … Que descanses.
Cerró la puerta luchando con su “yo” interior … pero decidió que no debería hacerlo …
Aquella noche durmió mejor … se despertó ya con sol en la habitación … y un olor … divino …
Se levantó y corrió a la cocina.
Rose preparaba unos huevos rotos.
— Hola … que haces?!!!
— Busqué en la nevera y encontré huevos y chorizo … espero que te guste …
— Me encanta …
La miró durante el desayuno … que guapa era … sentía ganas de abrazarla … de besarla … en un determinado momento sus miradas se cruzaron … ella bajó los ojos … sonreía … el cogió su mano … ella no la quitó …
Fran se decidió … ahora iría besarla …
El flujo de sus pensamientos fue inesperadamente interrumpido por fuertes pancadas en la puerta de entrada … la puerta era de hierro por lo que el sonido sonaba como petardos …
Fran se levantó y fue abrir.
Del otro lado de la puerta un hombre alto, muy elegante le miraba con semblante cargado …
— Buenos días. Busco a mi esposa.
— Perdón?!!!!!
Desde la puerta se veía el salón. El hombre apuntó con la mano …
— Aquella es mi esposa.
— Rose?!!!!
— Que Rose?! Esa es DOÑA EMILIA DE LA CONCEPCIÓN BUCARELLI Y RIBERA, la condensa de LEBRIJA Y UTRERA.
Fran estaba completamente alucinado … miró Rose, pero ella tenía una cara igual de incredulidad.
El silencio momentáneo era pesado e incómodo.
Fran reaccionó.
— Entre por favor, señor …
— Perdón … no me he presentado … soy JUAN DE MERÍN Y SABOYA.
Le acompañó hasta el sofá. Rose siguió en la mesa intentando absorber la situación.
— Comprenderá, señor Marín, que es algo complicado. Rose perdió la memoria.
— Si. Lo sé. En estos tres años que llevamos casados este es el tercer brote.
— La encontré hace dos noches.
— También lo sé.
— Ah si! Y como?!
— Las cámaras de tráfico. Vi como usted hacía huir al bando de atracadores. Después vi como la metía en su coche. Por la matrícula conseguí su dirección. Me la han pasado hace unas horas … y aquí estoy … Fran, verdad?
— Si!
— Mire, yo sé que es todo muy fuerte para usted pero yo puedo probar todo lo que digo.
Sacó de su móvil y empezó a mostrar algunas fotos. En ellas estaban las del día de su boda, viajes que hicieron juntos … los dos en una gran casa …
Rose se acercó, y también miró las fotos … después de otro momento de profundo silencio, ella tomó la iniciativa.
— Voy a por mi ropa … acompañaré a mi … marido …
Media hora después, Fran ya estaba solo … todavía sentado en el sofá intentaba comprender todo lo que había pasado … lo había soñado?! Pero miró la mesa … ahí todavía estaban los dos platos … los dos vasos … Rose … le había cavado hondo … le gustaba … le gustaba mucho … pero … seguramente había sido una anécdota más de la vida.
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Una semana después, Fran estaba de nuevo disfrutando de su día libre, terminando de comer.
Suaves pancadas en la puerta interrumpió el silencio.
Al abrir tuvo una sorpresa …
— Rose !!!
— Si … aunque soy Emilia … puedo?
— Claro … entra. Vienes sola?
— Si.
La miró mientras entraba … estaba todavía más guapa … siempre elegante …
— Has recuperado tu memoria?
— Si ya me acuerdo de todo lo mío.
— Y está todo bien contigo?
— Bueno … si.
— Que pasa?
— Mi marido no es propiamente lo que había imaginado para mi vida.
— Te maltrata?
— No! Tranquilo. Pero no estamos enamorados … ni yo … ni él …
— Y porque no haces un cambio en tu vida?
— No puedo, Fran. Mi matrimonio ya estaba pactado desde que era yo una niña de 10 años. Hay intereses de familia contra los que no puedo ir.
— Comprendo. Pensé que hoy por hoy eso ya no pasaba.
Sonrío …
— He venido para darte las gracias.
— De qué?!
— Me defendiste … me cuidaste … en ninguno momento me has faltado al respecto … ni aprovechado de mi situación más … débil …
Se miraron en silencio ...
— Tengo que volver.
— Ya!!! Gracias por haber venido … te echaba de menos …
La acompañó hasta la puerta.
Antes de abrirla ella lo abrazó … le miró a los ojos … lentamente sus bocas terminaron fundiéndose en un largo y tierno beso … después fue ella quien abrió la puerta.
— Adiós Fran — de sus ojos caían abundantes lagrimas …
La puerta se cerró sin dar tiempo de reacción a Fran … las palabras le salieron casi dos minutos después …
— Adiós … DOÑA EMILIA DE LA CONCEPCIÓN BUCARELLI Y RIBERA … que te vaya bonito …
Sabía que jamás la volvería a ver … para el siempre sería Rose … la Rose de San Pablo …
fin